Frecuentemente,
recibimos muchos correos electrónicos de personas que les gustaría incursionar
en la traducción, pero muchas de ellas no tienen un título habilitante, no por
ser estudiantes, que no sería un problema porque un estudiante aprende técnicas
de traducción desde el primer día en la facultad, sino porque nunca estudiaron
nada relacionado con la traducción, solo hablan más de un idioma, porque alguna
vez lo estudiaron o vivieron en algún otro país.
Más
allá de que puedan traducir lo suficientemente bien como para ofrecer un
producto presentable, uno de los mayores problemas para trabajar con personas
que quieren comenzar a incursionar en el mercado de la traducción, sin tener la
profesión como principal medio de vida, es la falta de conocimiento para
presupuestar adecuadamente el trabajo, calcular correctamente los plazos y
contemplar todos los procesos necesarios para que una traducción quede lo mejor
posible.
A
veces nos preguntamos por el tipo de trabajo que puede ofrecer una persona que
nunca ha vivido de esto, que solo lo hace como “changuita” para ganar unos pesos
más y darle provecho a las clases de inglés que tomó en su adolescencia y
llegamos a la conclusión de que no debe ser muy bueno. El cliente puede
conseguir un producto más barato del que obtiene de un traductor profesional,
con título habilitante y amplia experiencia en la materia, pero seguramente no
obtendrá los mismos resultados.
Todo
traductor profesional que acepta un trabajo de traducción garantiza que lo
concluirá satisfactoriamente, en el plazo acordado, que los honorarios que
cobran por su trabajo se adecuan al producto que ofrecen y que la traducción
habrá pasado por todos los procesos de control de calidad adecuados.
Al
menos eso ofrece RIMA Traducciones con
cada uno de sus trabajos: puntualidad,
responsabilidad y calidad.
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