lunes, 2 de marzo de 2015

Un traductor profesional vs. alguien que habla dos idiomas

Frecuentemente, recibimos muchos correos electrónicos de personas que les gustaría incursionar en la traducción, pero muchas de ellas no tienen un título habilitante, no por ser estudiantes, que no sería un problema porque un estudiante aprende técnicas de traducción desde el primer día en la facultad, sino porque nunca estudiaron nada relacionado con la traducción, solo hablan más de un idioma, porque alguna vez lo estudiaron o vivieron en algún otro país.

Más allá de que puedan traducir lo suficientemente bien como para ofrecer un producto presentable, uno de los mayores problemas para trabajar con personas que quieren comenzar a incursionar en el mercado de la traducción, sin tener la profesión como principal medio de vida, es la falta de conocimiento para presupuestar adecuadamente el trabajo, calcular correctamente los plazos y contemplar todos los procesos necesarios para que una traducción quede lo mejor posible.

A veces nos preguntamos por el tipo de trabajo que puede ofrecer una persona que nunca ha vivido de esto, que solo lo hace como “changuita” para ganar unos pesos más y darle provecho a las clases de inglés que tomó en su adolescencia y llegamos a la conclusión de que no debe ser muy bueno. El cliente puede conseguir un producto más barato del que obtiene de un traductor profesional, con título habilitante y amplia experiencia en la materia, pero seguramente no obtendrá los mismos resultados.

Todo traductor profesional que acepta un trabajo de traducción garantiza que lo concluirá satisfactoriamente, en el plazo acordado, que los honorarios que cobran por su trabajo se adecuan al producto que ofrecen y que la traducción habrá pasado por todos los procesos de control de calidad adecuados.

Al menos eso ofrece RIMA Traducciones con cada uno de sus trabajos: puntualidad, responsabilidad y calidad.



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