viernes, 20 de febrero de 2015

¿Vivir para traducir o traducir para vivir?

Muchas veces, cuando conocemos a alguien, cuando estamos en una reunión familiar o simplemente mientras disfrutamos de una cena con amigos, se desliza en la conversación la pregunta del millón: “¿Vivís de la traducción?”. Aunque hay otra que es una de mis favoritas: “¿Sos traductora de cuántos idiomas?”, pero esta última la dejo para otra publicación, ya que merece una mención aparte.

Debería haber llevado un registro de preguntas y respuestas, las cuales fueron mejorándose con el tiempo porque uno adquiere experiencia laboral y sobre todo mucha paciencia. Obviamente nuestro interlocutor no tiene porqué saber cómo es el mercado laboral de la traducción ni mucho menos tener conocimiento sobre nuestro trabajo, pero qué suerte que nos conoce para que podamos explicárselo. El denominador común entre estas preguntas frecuentes es el hecho de que el trabajo del traductor está muchas veces menospreciado. Quizá es por el hecho de que muchas personas hablan idiomas extranjeros, especialmente inglés, y asocian el trabajo con una tarea mecánica que podría realizar cualquier persona con un poco de conocimiento sobre ambos idiomas.

Podría casi afirmar que una de las cosas más difíciles en el mercado traductor es introducirse en él. Algunos traductores tienen la suerte de que algún colega les da un empujón (con esto me refiero a que les envían trabajos y no qué los tira por un barranco), otros con menos suerte pero más arremangados deben abrirse camino solos, buscar clientes,  buscar trabajos, nunca dejar de buscar. Una vez adentro, el mercado es un círculo, surgen oportunidades nuevas, estamos en contacto con muchos colegas y, sobre todo, aprendemos a trabajar en equipo. Aunque la traducción parezca una profesión solitaria y absolutamente ermitaña, no lo es. La importancia de contar con un buen equipo de trabajo es fundamental si uno quiere desempeñarse en esta profesión durante años.

Como mencioné antes, la profesión es muchas veces menospreciada y por eso no se le suele dar importancia. Aquí entra en juego el tema de las tarifas. Cada traductor decidirá y ajustará sus tarifas según sus clientes y necesidades. Y cada cliente optará por un traductor u otro según sus tarifas y necesidades.

Vivir de la traducción es posible. No es fácil, pero tampoco inalcanzable. Requiere esfuerzo y dedicación. Después de todo, no hay nada más lindo que vivir de aquello que a uno le gusta y dedicarse de lleno a sus proyectos.


"El único lugar en el que éxito viene antes que trabajo es en el diccionario" 
Vidal Sassoon

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