Si nos remontamos a los
orígenes de la traducción, viajamos tanto en el tiempo que llegamos hasta la
traducción de la Biblia, el libro más traducido en la historia mundial. Desde
entonces, se han formulado numerosas teorías sobre la traducción, sus métodos,
técnicas y estilos. Un elemento en común que podemos encontrar en la mayoría de
los estudios sobre la traducción, y sobre el cual no quedan dudas, es que la traducción es una actividad que
involucra dos idiomas y dos tradiciones culturales.
Por lo tanto, los traductores
estamos permanentemente en contacto con un problema: cómo abordar los aspectos culturales implícitos en el texto de partida (el texto que debemos
traducir) y transmitirlos al texto de
llegada (la traducción propiamente dicha) procurando lograr que tenga el
mismo efecto deseado por el autor. Y, como afirma Nida, este tipo de problema
variará en mayor o menor medida según cómo sea la brecha lingüística entre los lenguajes involucrados.
Cuando hablamos de aspectos
culturales no solo nos referimos a las formas de expresión de una determinada
comunidad, sino también a los contenidos léxicos, la sintaxis, las ideologías y
formas de vida. Como traductores, tenemos que tener la capacidad de distinguir esos aspectos culturales, jerarquizarlos y elegir en qué medida
(y cómo) deben ser transmitidos al texto de llegada.
Para mencionar un caso
frecuente, uno de los aspectos de esencial importancia para lograr una
traducción eficaz es saber a quién va
dirigido el texto fuente, quién será el lector de nuestra traducción. Por
ejemplo, no es lo mismo traducir una novela basada en la segunda guerra mundial
dirigida a un público adolescente estadounidense que un ensayo sobre la misma
guerra destinado a estudiantes universitarios de historia en una universidad
británica. Si bien los textos originales serán diferentes y sus vocabularios
variarán notablemente, en la traducción tenemos que tener especial cuidado con
las implicancias culturales de manera de poder transmitir lo que el autor desea.
Cuando traducimos, los
elementos léxicos de un texto son igual de importantes que la comprensión del
contexto social, económico y político en el cual ese texto fue escrito ya que
de esa manera podremos transmitir de la mejor manera posible la intención del
texto.
¿Y cómo identificamos las
implicancias culturales? Leyendo. El traductor debe ser un ávido lector de todo
tipo de textos y estar en permanente contacto con ambas culturas.
¡Qué bueno que nos gusta leer!
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