viernes, 9 de enero de 2015

La vida del freelancer

Podría casi afirmarse que la vida del freelancer, o trabajador autónomo, no es para todos.
Algunas personas consideran que es demasiado difícil no tener horarios fijos que cumplir y lo asocian con posible irresponsabilidad de su parte. Más de una vez me han preguntado «¿cómo hacés?» Mi respuesta siempre es la misma: vivo de mi trabajo y, al igual que cualquier otro trabajador en relación de dependencia, me gusta ver mis progresos y que mi trabajo mejore día a día. Se necesita constancia, claro. La clave no sólo está en saber organizarse, sino también en disfrutar el trabajo día a día.

Una de las ventajas de ser freelancer es la posibilidad de poder arreglar el lugar de trabajo. Y eso no es poco, sobre todo cuando llega el verano y comienzan los cortes de luz. Si bien puede resultar incómodo trasladar nuestra oficina a un bar, la casa de un familiar o algún rincón que nos presten donde nosotros silenciosamente haremos nuestro trabajo sentados frente a una computadora, es una ventaja que nos permite organizarnos y cumplir con las fechas de entrega.

Otro aspecto positivo de trabajar independientemente es la libertad de horarios. Si bien el trabajo es demandante y no se puede descuidar ni un segundo, tener la posibilidad de elegir es gratificante. Es posible que hayamos tenido que trabajar un sábado, pero podemos luego disfrutar un lunes libre o terminar un viernes más temprano.


Tener la posibilidad de trabajar y disfrutar al mismo tiempo es maravilloso. Pero a no quedarse dormidos, que aunque tengamos la oficina en casa, es como cualquier otro trabajo y necesita de nuestra pasión y dedicación.

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